miércoles, 8 de agosto de 2012

es posible viajar en el tiempo?

 A lo largo de los últimos siglos, sabios, filósofos y científicos se han preguntado si alguna vez tendremos la posibilidad de viajar a otras épocas. En este trabajo mostramos las últimas formulaciones de la física más vanguardista sobre esta apasionante posibilidad. La conclusión sorprende: al menos teóricamente no existen impedimentos para conseguirlo en un futuro.      
La presencia de líneas de tiempo cerradas indica la posibilidad del viaje en el tiempo hacia el pasado. Esto proporciona los fundamentos para la construcción de una maquina del tiempo basada en una circulación cilíndrica de luz». Esta enigmática pero llamativa afirmación fue publicada en el 2003 por Ronald Mallett, un físico americano especializado en viajes en el tiempo. Desde que su padre falleció de un ataque al corazón cuando Mallett tenía 10 años, su única obsesión se convirtió en regresar al pasado para poder salvarlo. Ahora bien, la cuestión es si dicho viaje es técnicamente posible con los conocimientos actuales. Según Paul Davies, autor de numerosos libros de divulgación científica y profesor de la Universidad Macquarie, «viajar en el tiempo es algo que depende del dinero y no de la física». Si esto es así, ¿cómo funciona el tiempo y de qué manera es posible «evitarlo»?.
  LAS FLECHAS DEL TIEMPO                             Es evidente que el tiempo discurre en una sola dirección, al menos aparentemente. En este sentido, siempre estamos moviéndonos hacia el futuro. Es lo que se denomina la «flecha del tiempo». Existen cinco tipos de «flechas» o mecanismos por los que el universo parece navegar continuamente hacia el futuro. Son cinco formas que los científicos han encontrado para explicar por qué el tiempo no está detenido ni se mueve hacia el pasado, en sentido inverso al «natural».   Por una parte tenemos la flecha cosmológica del tiempo, la cual viene dada por la expansión continua del universo. En ella el pasado puede distinguirse fácilmente del futuro, porque la materia estaba mucho más comprimida hace miles de millones de años que en la época actual.   Por otro lado, está la flecha termodinámica del tiempo. Es una de las más evidentes, aunque los científicos tardaron más de 200 años en conseguir una formulación teórica. Básicamente viene a decir que existe en el universo una tendencia a que aumente la entropía, es decir, el desorden de las cosas.   En realidad todos estamos muy familiarizados con esa flecha temporal, ya que sabemos que es más fácil desorganizar algo o destruirlo que darle un orden y un sentido. Un ejemplo práctico está representado por la rueda de un coche: con el paso del tiempo se irá deshinchando, sus válvulas metálicas se oxidarán y sus neumáticos se desintegrarán. Es como si ese mismo tiempo facilitara el desorden de manera espontánea. En tercer lugar tenemos la flecha electromagnética, que viene dada por la propagación de las ondas luminosas, de radio, infrarrojas, etc. Por algún motivo, éstas se propagan siempre hacia el futuro y no hacia el pasado. Así, cuando se está emitiendo un programa de radio, sus oyentes siempre lo escucharán en algún momento del futuro; incluso cuando es en directo, ya que reciben dicha señal con cierto retardo. Para entendernos, esas ondas no se propagan de manera que los oyentes puedan recibir en sus aparatos ese mismo programa un día o un mes antes de su emisión.      Existe una cuarta flecha: la subatómica, la cual está relacionada con algunas desintegraciones nucleares que, por algún motivo aun desconocido en la actualidad, suceden en una dirección concreta y parecen tener que ver con el paso del tiempo. La quinta flecha del tiempo es la más complicada de explicar. En realidad, importantes filósofos y teóricos llevan años estudiándola, llegando a la conclusión de que en realidad el tiempo no existe. Se trata de la flecha psicológica: la sensación subjetiva que todos tenemos sobre el paso del tiempo. Como el cerebro humano está formado por la misma materia (átomos) que el universo y se rige por sus mismas leyes, algunos físicos han llegado a la conclusión de que esta flecha no es más que un efecto secundario de la flecha termodinámica. La humanidad ha soñado durante siglos con viajar en el tiempo, pero hubo que esperar hasta 1905, cuando un joven alemán, Albert Einstein, que trabajaba como funcionario en una oscura oficina de patentes, descubrió en su tiempo libre el primer método de la historia para hacer realidad este sueño. Eso sí, tan sólo a nivel teórico, es decir, en el papel. EINSTEIN Y SUS GEMELOS                            El joven físico publicó un trabajo que revolucionó las bases científicas del momento, firmemente establecidas desde hacía casi 300 años.   Lo interesante de su «teoría restringida de la relatividad» reside en la concepción del tiempo, porque permitiría el viaje hacia el futuro. Pero lo apasionante de su formulación es que para lograr esa distorsión en el universo sólo es necesario desplazarse en un vehículo muy rápidamente. En otras palabras, la clave reside en la velocidad.   Eso sí, Einstein impuso la velocidad de la luz (300.000 Km/s) como la máxima permitida en el universo. Un límite que fue aceptado por la comunidad científica, y así continúa hasta hoy, pues las pruebas experimentales han apoyado esta hipótesis ampliamente. Claro que no todo era perfecto.   En el universo de Einstein suceden cosas bastante extrañas, como la famosa «paradoja de los gemelos». Imaginemos que uno de los dos hermanos se embarca en una potente nave espacial, capaz de moverse al 87% de la velocidad de la luz, mientras que el otro se queda en Tierra. Según la teoría del genio alemán, si en la Tierra hubieran transcurrido 40 años desde la partida del gemelo espacial, para éste sólo habrían pasado 20. ¡Seria la mitad de joven que su hermano gemelo! Y no sólo eso. Si nuestro viajero se hubiera aproximado aún más al límite de la velocidad de la luz, la dilatación temporal podría haber sido de siglos o incluso de miles de años. Es decir, habría viajado al futuro. De todos modos, muchos opinamos que sería incluso más apasionante desplazarse hacia el pasado. Y parece que eso es lo que ocurriría si lográramos viajar a una velocidad superior a la de la luz, supuesto que la teoría de Einstein prohíbe tajantemente. Sin embargo, aunque por ahora se trata de una mera especulación matemática, en las teorías actuales de supercuerdas –enunciadas por los más avanzados físicos teóricos–, se mencionan unas partículas que superan ampliamente dicha velocidad. Son los taquiones. Estos elementos necesariamente viajarían en el tiempo, o mejor dicho, se moverían continuamente hacia el pasado. Su flecha temporal estaría invertida.   ¿Qué sucedería si existiera la posibilidad de viajar hacia el pasado? Uno de los mayores problemas vendría representado por la llamada «paradoja del abuelo». Supongamos que nuestro imaginario explorador temporal viaja al pasado y conoce al que más tarde será su abuelo. Supongamos que lo asesina. Esto significaría que el viajero –y su padre– no tendrían que existir y, por tanto, el viaje nunca podría haber tenido lugar. Este tipo de problemas filosóficos son consustanciales a los viajes al pasado. Sin embargo y aunque parezca imposible,   existen algunas maneras de solucionar o «saltarse» estas contradicciones. Una de las más conocidas, denominada «interpretación de mundos múltiples», fue formulada por Hugh Everett III en 1957. Está basada en la mecánica cuántica –leyes que rigen el mundo microscópico– y viene a decir que todos los sucesos que puedan ocurrir en un momento dado, se están produciendo al mismo tiempo, pero en universos paralelos.                                       VIAJES AL PASADO                                        Para entender esta novedosa visión del mundo y cómo afecta dicha formulación a los viajes al pasado, imaginemos un experimento donde introducimos a un perro en el interior de una caja con dos recipientes, uno de ellos con comida envenenada.   Si añadimos un mecanismo electrónico mediante el cual el animal sólo pueda alimentarse del primer recipiente que libremente elija, es evidente que al cabo de unas horas el perro estará vivo o muerto. Cada uno de los sucesos tiene el 50% de posibilidades de que ocurra, y el experimentador no sabrá si el perro esta vivo hasta que abra la caja. Pues bien, según los postulados de la física cuántica los dos sucesos se han producido a la vez. Es decir, en cuanto el experimentador abra la caja y compruebe el estado del perro, el resultado contrario también se habrá producido, pero no en nuestro mundo, sino en un universo paralelo.   Esto significa que en el caso de la «paradoja del abuelo» siempre existirán dos universos. Uno, donde el nieto asesina a su abuelo y otro en el que éste sale ileso, con lo que nuestro protagonista siempre podrá acabar dando el salto temporal hacia el pasado, evitando así la susodicha paradoja. En 1992, el afamado físico inglés Stephen Hawking publicó un trabajo en el que daba argumentos para demostrar la imposibilidad de los viajes en el tiempo. En el mismo podemos leer: «Quizá exista un Instituto de Protección de la Cronología que impide ir al pasado, garantizando la seguridad de los historiadores. (…) De cualquier manera, nuestro pasado se vería libre de malvados». Desde luego no es un argumento muy sólido, pero el famoso científico acababa rematando el artículo con una evidencia casi aplastante: «La mejor prueba con la que contamos a favor de la imposibilidad del viaje en el tiempo es que no hemos sido invadidos por hordas de turistas del futuro». Apoyando las tesis de Hawking, existe una teoría denominada «principio de consistencia de Novikov», según la cual si un suceso provocara algún tipo de paradoja temporal como la del abuelo, o cualquier extraño cambio en el pasado, entonces la probabilidad de que ese suceso ocurra es cero. Por lo tanto, sería imposible viajar en el tiempo.                                                          CRONONAUTAS                                                John Titor es el más conocido de los presuntos viajeros del tiempo, aunque probablemente su historia no sea más que una farsa muy bien planificada.   Apareció en enero del 2001 en un foro estadounidense de Internet, llamando la atención sobre algunos sucesos menores que acabaron ocurriendo a los pocos días. A partir de este punto, la historia del curioso internauta se hizo más compleja. Aseguró ser un soldado que había viajado desde el 2036 hasta nuestro pasado para buscar la solución a un viejo problema informático que causaría un gigantesco colapso en el futuro. Sus conversaciones en algunos foros eran cada vez más interesantes, ofreciendo detalles técnicos, históricos y sociales sobre que lo que acontecería: desde una guerra nuclear   crononauta? fuera de su tiempo?...intercontinental en el 2015, hasta el surgimiento de una grave enfermedad que afectaría a millones de seres humanos durante el 2036. Cuando uno de los internautas, concretamente una mujer con conocimientos informáticos, estaba a punto de dar con su paradero, Titor desapareció repentinamente, generando una gran polémica que aún continúa seis años después.   Otro caso conocido es el de Andrew Carlssin. Según Weekly World News este personaje fue arrestado por haber transgredido las leyes de la SEC, la comisión de cambios de EE UU. Al parecer, Carlssin realizó 126 operaciones bursátiles de altísimo riesgo, ganando una impresionante cantidad de dinero en cada una de ellas. Lo que inicialmente era una suma de tan sólo 800 dólares, se convirtió en una fortuna de 350 millones. Al igual que en el caso anterior, Carlssin decía proceder del futuro, concretamente del año 2256.                                          TÉCNICAS PARA VIAJAR EN EL TIEMPO
A través de un agujero de gusano: atajos formados en el espacio-tiempo entre dos puntos. Permiten viajar al pasado, aunque sólo hasta el momento en el que se genera el agujero.
A través de un agujero negro: estrella supermasiva que se colapsa sobre si misma, generando un punto (singularidad) en el espacio-tiempo. Todo aquel que caiga en su interior, podría situarse en otro momento del tiempo.
A través de una nave espacial ultrarrápida: cualquier vehículo espacial que se aproxime a la velocidad de la luz. Únicamente permite el viaje al futuro.
 
A través de cilindros rotatorios gigantescos: cualquier nave que volara alrededor del cilindro en una trayectoria espiral podría viajar atrás en el tiempo (o hacia adelante, dependiendo del sentido del movimiento de la nave).
A través de un núcleo atómico pesado: Un objeto de esta clase, situado dentro de un fuerte campo magnético, podría alargarse hasta formar un cilindro, cuya densidad y rotación serían suficientes para viajar en el tiempo.
A través de curvas de tiempo cerradas (CTC): representan bucles en el espacio-tiempo, formados por campos gravitatorios gigantescos. Únicamente permiten regresar a un pasado cercano, impuesto por las características de la curva.

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