lunes, 21 de enero de 2013

filosofia pre-socratica

El conocimiento antiguo, logrado por medio de la intuición, se está comprobando actualmente con la razón.
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Como la mayoría de los pensadores de la cultura griega, los filósofos presocráticos fueron influenciados por ideas míticas provenientes de los poemas épicos, distinguiéndose por la aplicación de la racionalidad en la búsqueda de la verdad y por su concepción del hombre y la naturaleza como una unidad.

Estos filósofos trataron de buscar el origen de todas las cosas pero no pudieron explicar la diversidad.

Para Tales, (siglo VI a. de C.), fundador de la filosofía occidental, cuyo pensamiento representa el fin de la mitología, la fuente de todas las cosas es el agua, porque la humedad y el calor las hacen posible; y todo en la naturaleza tiene vida, incluso la materia aparentemente inanimada.


El agua para Tales es de índole metafísica más que física porque según este filósofo todo surge de un principio primordial divino.

Anaximandro, (siglo VI a. de C.), discípulo de Tales, fue el primero en formular el concepto de evolución y la idea de la existencia de innumerables mundos, con el mismo origen y que terminan volviendo a ese principio único, que denomina “apeirón”, una especie de sustancia indefinida, en cuyo núcleo germinan los opuestos.

Para Anaxímenes, (siglo VI a. de C.), discípulo de Anaximandro, también existe un principio último, que él considera el aire, como base del cambio, inspirado también por de una intuición metafísica de la existencia de una unidad universal.

Pitágoras, (siglo VI. a. de C.), considera que la esencia de todas las cosas es el número y que el alma es inmortal, con la capacidad de vivir múltiples vidas.

Su doctrina propicia la moderación, la austeridad y una moral severa, asemejándose más a los conceptos de la cultura egipcia, en cuanto a sus contenidos místicos y supersticiosos.

Como todos los demás cosmólogos, Heráclito, (siglo VI. a. de C), se eleva también sobre lo verificable empíricamente y propone al fuego como origen común de todas las cosas, planteando un nuevo enfoque filosófico, con la afirmación de que lo único real es el devenir, porque todo cambia.

Parménides, (siglo V. a. de C.), representa lo opuesto de la filosofía del devenir de Heráclito, y rechaza el conocimiento a través de la experiencia sensible, que sólo conduce a la opinión sin fundamento, porque el conocimiento científico exacto y verdadero del ser real sólo se obtiene por vía racional y es inmutable, inmóvil, indivisible, eterno, como una esfera compacta y rígida, porque lo real no puede ser una cosa y luego otra.

Por lo tanto el mundo sensible para Parménides es una ilusión e identifica al Ser con el pensar, formulando el principio de identidad y determinando una nueva forma de interpretar la realidad, que aún continúa hoy en día ejerciendo influencia en el conocimiento científico: el hombre separado de la naturaleza, que no puede comprender su vida sensible con la razón porque lo único que se considera real es el pensamiento racional.

Anaxágoras, (siglo V. a. de C), intenta comprender la diversidad proponiendo como principio de todas las cosas un amalgama compuesto de infinitas partículas diferentes, cuyo predominio determina la naturaleza de las cosas.

Esta amalgama indiferenciada, está ordenada por una inteligencia que además de ser principio de orden es también principio de movimiento.

Demócrito, (siglo IV. a. de C.), introduce la tesis de la existencia de dos realidades fundamentales, la materia y el espacio (lo lleno y lo vacío); descubriendo que el espacio es necesario para la existencia del movimiento.

Postula la doctrina de los átomos, según la cual la materia está formada por unidades indivisible que denomina átomos, siendo las cualidades de las cosas producto de la composición de esos átomos.

Los átomos son eternos, igual que su movimiento y las aglomeraciones de estos átomos son los que producen los cuerpos.

Los filósofos presocráticos sientan las bases de la filosofía occidental, aportando elementos útiles para esclarecer y formular principios que aún hoy en día forman parte de nuestro conocimiento científico.

Parménides provocó un fenómeno no deseado, el hombre fragmentado.
Parménides comienza su obra refutando la teoría del continuo cambio de Heráclito; y sin quererlo descubre el principio de identidad. La realidad no puede ser una cosa y luego otra, porque esta afirmación está en contra de toda lógica.

Parménides es un gigante de la filosofía que contribuye con un aporte colosal que todavía hoy en día perdura.
La contradicción que vio en la filosofía de Heráclito era que todo lo que nos muestran nuestros sentidos no es lógico y no se puede comprender con la inteligencia.

Este concepto ya era suficiente como para que el pensamiento de Parménides pasara a la inmortalidad, pero sus aspiraciones fueron mucho más allá y se atrevió a elaborar una doctrina propia inspirado por el descubrimiento de esta contradicción.
De modo que a partir de la lógica irrefutable de que el ser no puede nunca no ser, propone como una consecuencia inapelable, que el ser es uno solo y que nunca comenzó ni terminará jamás, porque por lógica no pudo ni llegará alguna vez no ser.

Por las mismas razones, el ser no tiene extensión alguna ni bordes y tampoco se mueve.
Parménides se daba cuenta, a pesar de sus afirmaciones, que la realidad era muy diferente a la descripción lógica que él hacía; que el mundo se caracterizaba por la diversidad, los cambios y el movimiento; por lo tanto llegó a la conclusión heroica de que todo lo que captamos con nuestros sentidos es ilusorio.

De esa manera extrae otra conclusión no menos original que propone la existencia de dos mundos, uno que se puede entender con el intelecto y otro que se puede sentir con los sentidos pero que no se puede comprender con la razón.
Es decir, que lo único que tenemos para comprender lo que verdaderamente Es, es nuestro pensamiento racional y no necesitamos ninguna otra cosa.

Para Parménides el Ser es exactamente idéntico al pensamiento lógico y crea con este criterio, el fundamento del pensamiento de Occidente que perdura aún en nuestros días.

Marca un nuevo rumbo muy significativo en la filosofía, porque a partir de este filósofo el hombre se separa de la naturaleza y le costará aceptar que forma parte de ella.

Desde Parménides, la única forma de llegar al conocimiento del ser es con la razón, o sea, con nuestra intuición intelectual.
La concepción de Parménides de un ser quieto, que continúa predominando en Occidente, no alcanza en la actualidad para comprender la realidad, a la luz de los nuevos descubrimientos. Por esta razón la ciencia ha tenido que recurrir a la verificación estadística para poder avanzar en la investigación de los fenómenos vivientes.

El predominio de la razón ha influenciado en el desarrollo de Occidente, generando el fenómeno de la deshumanización debido al predominio de la teoría sobre la práctica.

La naturaleza no se puede ajustar a patrones fijos e inmutables, porque es cambiante y difícil de predecir. Los avances científicos han sido importantes pero el hombre ha perdido su integridad en el camino y su relación con la naturaleza.
Demócrito y el Átomo
Demócrito y el Átomo
Demócrito era un filósofo griego del siglo V. a. de C., conocido por su sabiduría y también porque estaba siempre contento.

El comportamiento de la gente le provocaba risa por lo contradictorio y errático de sus actitudes y porque no se daban cuenta que ello era la causa de sus sufrimentos.Por el contrario a Heráclito, la forma de ser de la mayoría lo sumía en la más profunda tristeza.

Sólo se conserva una pequeña porción de su aporte, relevante principalmente porque por primera vez menciona la palabra griega “átomo” para designar al sustrato elemental de todo lo que existe.Estos átomos, son eternos e indestructibles y se diferencian solamente por sus dimensiones, estructura y desplazamiento, anticipándose con este razonamiento con sorprendente exactitud, a los descubrimientos científicos del siglo XX.


Hasta principios del siglo XX se creyó que el átomo era indivisible, pero con el descubrimiento de los electrones y el núcleo formado de electrones, protones y neutrones, se descartó dicha convicción, llegándose a creer que no existiría un elemento esencial a toda la materia sino que la división en elementos cada vez más pequeños sería infinita.

Ahora se sabe que el átomo, tiene un núcleo compuesto de protones y de neutrones y que la mayor parte del volumen de un átomo consiste en electrones.

Demócrito propone la existencia en la realidad de la materia y el espacio. Este espacio no significa la nada sino que implica algo imprescindible para hacer posible el desplazamiento de los objetos.Con respecto al movimiento, existen posturas interesantes, como la de Zenón de Elea(siglo V.a. de C.) que sostienen que en realidad el movimiento no existe.

Según la teoría de Einstein el tiempo es una construcción mental humana, por lo tanto, puede que el espacio tampoco exista. Si no existe el tiempo tampoco el espacio, porque el espacio y el tiempo son una unidad, por lo tanto, sería imposible la existencia del movimiento.

Sin espacio el movimiento sería sólo cambio y una ilusión de los sentidos, como lo es por ejemplo el cine que nos muestra a personas que se mueven pero que en realidad son la proyección de una sucesión de imágenes fijas que cambian a tal velocidad que producen la sensación de movimiento.Zenón de Elea (siglo V.a. de C.) no aceptaba la idea de la existencia del espacio, porque si el Ser está en un espacio, éste a su vez tiene que estar contenido en otro espacio y así hasta el infinito.

Pero según Demócrito, con respecto al movimiento, el desplazamiento de estas unidades indivisibles es permanente como las mismas cosas y ese movimiento es natural.Según él, este desplazamiento se produce en línea recta y al colisionar entre si se concentran dando forma de esta manera a todas las cosas.

En virtud de esta concepción, cuando un cuerpo muere se desintegra pero los átomos sobreviven y se reorganizan de otro modo.

La teoría de Demócrito esencialmente coincide con la postura actual sobre la existencia de un componente último que aún no se ha podido detectar.La naturaleza está efectivamente compuesta por átomos que se unen y que se vuelven a separar; de modo que un átomo que está en el núcleo de una célula de mi mano pudo haber pertenecido alguna vez al cuello de una jirafa.

Definitivamente este pensador no creía en poderes sobrenaturales ni concebía un plan primordial, sólo creía en los principios naturales, intrínsecos a todo lo que existe.Se imaginaba que hasta el espíritu tenía su componente último, algo diferente pero con el mismo significado, transformarse al dejar de existir en otra cosa.

Demócrito había encontrado una salida a la cuestión de la necesidad de la existencia de un elemento esencial y del cambio.

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