viernes, 22 de febrero de 2013

el infernal Mercurio

La sonda Messenger obtiene fotografías en alta resolución de la extraña superficie agujereada del planeta y ofrece datos sorprendentes
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NASA
Imagen de la superficie de Mercurio compuesta con diferentes filtros
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NASA
Polo norte de Mercurio
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La nave espacial Messenger de la NASA, la primera en órbita alrededor de Mercurio, ha obtenido nuevas imágenes en alta resolución de la superficie del planeta, el más pequeño y próximo al Sol del Sistema Solar. El trabajo de la sonda, que sobrevuela este enigmático mundo de aspecto infernal desde el 18 de marzo, ha proporcionado a los científicos importantes pistas sobre el origen y la historia geológica del planeta y ha ofrecido algunas sorpresas.

Desde hace tres meses, Messenger ha enviado decenas de miles de imágenes que muestran las características de Mercurio, pero estas sonlas primeras que tienen una alta resolución. La sonda ya había detectado con anterioridad misteriosos depósitos brillantes en forma de parche en el suelo de algunos cráteres, un rasgo que definía el rostro del planeta, pero del que poco se sabía y cuyo origen era desconocido.

Ahora, las fotos en alta resolución han revelado que estos depósitos irregulares son conjuntos de hoyos que varían en tamaño desde unos cientos de metros a varios kilómetros de diámetro. Estos hoyos están muchas veces rodeados por halos de un material reflejo y se encuentran en los picos y los bordes de los cráteres. «Son diferentes a todo lo que hemos visto antes en Mercurio o en la Luna», reconoce Brett Denevi, científico del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Laurel (Maryland, EE.UU.) e investigador del equipo encargado de analizar las imágenes de Messenger. Los científicos todavía no tienen claro cuál su origen, aunque creen que son relativamente jóvenes.
Cráteres en la sombra

No ha sido la única sorpresa. Hace dos décadas, radares con base en la Tierra descubrieron cerca de los polos norte y sur de Mercurio en los que se creía que podía haber agua helada. Ahora, la nave ha confirmado que los cráteres del polo norte de Mercurio tienen una profundidad suficiente para que nunca hayan recibido la luz del Sol y los depósitos de su interior se encuentran permanentemente en la sombra.

La sonda también ha recogido numerosas mediciones de la composición química y la topografía de la superficie del planeta. Los datos confirman que los estallidos de partículas energéticas en la magnetosfera deMercurio son la consecuencia de la interacción del campo magnético del planeta con el viento solar. Además, se han detectado grandes cantidades de azufre en la superficie, lo que puede haber contribuido a un explosivo pasado marcado por la actividad volcánica.

«Estamos ajustando una visión global de la naturaleza y el funcionamiento del planeta por primera vez», ha explicado el investigador principal de Messenger, Sean Solomon. «Tenemos que dejar a un lado muchas de nuestras ideas anteriores mientras las nuevas observaciones conducen a diferentes puntos de vista», ha añadido. El planeta sigue plagado de misterios.La sonda Messenger revela datos desconocidos sobre el planeta, entre ellos, que en sus comienzos tenía una actividad volcánica tan fuerte que la lava expulsada cubriría más de la mitad de EE.UU.

SCIENCE
Imagen de la superficie rugosa de Mercurio


NASA
La superficie de Mercurio

Desde que la misión Mariner 10 de la NASA enviara las primeras imágenes de Mercurio en 1974, los científicos han estado fascinados por el planeta más pequeño y próximo al Sol del Sistema Solar. Otra sonda, la Messenger, lanzada en 2004 y que sobrevuela este extraño mundo desde el pasado marzo, ha comenzado a cambiar las preguntas por respuestas. La nave está proporcionando a los investigadores una ingente cantidad de datos que, poco a poco, les permiten describir con más precisión el paisaje y la historia geológica de Mercurio. En esta ocasión, la revista Science publica siete investigaciones diferentes que recogen una variedad de nuevos hallazgos a partir del estudio de la información proporcionada por Messenger. Uno de los más fascinantes es la existencia en el pasado del planeta de una actividad volcánica tan violenta en su polo norte que la lava que fue expulsada cubriría el 60% del territorio continental de EE.UU. y podría enterrar el estado de Texas a más de 6 kilómetros de profundidad.

Si los científicos ya sabían que Mercurio soportaba tormentas magnéticas de gran intensidad que destrozarían la Tierra y una extraña atmósfera ionizada, ahora saben que, además, en sus orígenes, hace de 3,5 a 4.000 millones de años, su polo norte era un infierno sepultado en lava. Investigadores de la Universidad de Brown han descubierto que las lisas planicies de las latitudes altas del norte del planeta son el resultado del trabajo de potentes volcanes. Grandes cantidades de lava fueron derramadas por los cráteres en la superficie del planeta, inundando el entorno, las llanuras bajas, como si se tratara de una bañera.
Nada que ver con Hawai

Los flujos de lava llenaron cráteres de más de una milla de profundidad (1,6 kilómetros) en un área que cubriría casi el 60% del territorio continental de EE.UU. El estado de Texas, que tiene una superficie de casi 700.000 km², quedaría sepultado por una capa de lava de 6,4 kilómetros de grosor.

«No debemos pensar en un volcán como los que vemos en Hawai, estos son muy difíciles de entender en el contexto de las actuales condiciones de erupción en la Tierra», dice James W. Head, profesor de ciencias geológicas en Brown. En Mercurio, la lava salía mucho más rápidamente, cubriéndolo todo. Según los investigadores, los flujos de lava nos dan una idea sobre cómo nacen los planetas, su evolución, o si todavía están activos. «Por ejemplo, en la Luna, hemos visto muy poca evidencia de actividad volcánica en los últimos 3 millones de años».

Los datos de Messenger han permitido dar una explicación a las suaves llanuras que cubren parte de la superficie de Mercurio, pero no es lo único que los investigadores han descubierto. Los datos también demuestran que la composición de la superficie del planeta es diferente del de los otros planetas terrestres. Por ejemplo, tiene mucho más azufre que la Tierra o la Luna. Los investigadores creen que Mercurio podría haberse formado con pocos materiales precursores.
El planeta fue perforado por volcanes infernales y sufre tormentas magnéticas que desolarían la Tierra, revela la sonda Messenger
Gigantescos cráteres de volcanes que rompieron la superficie durante mucho tiempo, tormentas magnéticas de gran intensidad que destrozarían la Tierra y una extraña atmósfera ionizada. El tercer vuelo de la sonda espacial estadounidense Messenger sobre Mercurio, el planeta más cercano al Sol, en septiembre del pasado año, sigue revelando nuevos datos sobre este mundo, dibujando un aspecto que se antoja cada vez más infernal. Esta información se recoge en tres artículos publicados en la revista Science.

NASA / APL
El cráter Debussy, en Mercurio, con sus cientos de miles de rayos

«Cada vez que tenemos un encuentro con Mercurio, descubrimos nuevos fenómenos», dice el investigador principal de la Messenger, Sean Solomon, del departamento de Magnetismo Terrestre del Instituto Carnegie en Washington. «Hemos aprendido que Mercurio es un planeta extraordinariamente dinámico y ha sido así a lo largo de su historia. Cuando la Messenger entre de nuevo en su órbita el próximo marzo, tendremos un espectáculo fabuloso», asegura.

El tercer y último vuelo de la Messenger sobre Mercurio ha proporcionado a los científicos una visión casi completa de la superficie del planeta. Así descubrieron una región desconocida con una superficie brillante que rodea un depresión irregular, posiblemente de origen volcánico, de 290 kilómetros de diámetro, al que recientemente han denominado Rachmaninoff, en honor al compositor. Los investigadores creen ahora que puede tratarse del más joven de los depósitos volcánicos encontrados nunca en Mercurio. No es la única observación similar, otros cráteres marcan la superficie del planeta, lo que sugiere que el vulcanismo en el planeta se extendió durante una duración mucho mayor de lo que se pensaba, «tal vez hasta bien entrada la segunda mitad de la historia del Sistema Solar», asegura Louise Prockter, del laboratorio de Física Aplicada de la Universidad John Hopkins en Laurel (Maryland).
La tormenta perfecta

De igual forma, el tercer vuelo de la sonda también ha proporcionado información sobre las subtormentas magnéticas de nuestro vecino cósmico. Estas se producen de forma intermitente en la Tierra, por lo general varias veces al día, y duran de una a tres horas. Están acompañadas de una serie de fenómenos, como las bellas auroras boreales que aparecen en los cielos del Ártico y la Antártida. Estas subtormentas pueden causar estragos en las comunicaciones y en los satélites que observan la Tierra, sobre todo en las altitudes de las órbitas geoestacionarias.Esto es lo que conocemos y no es tranquilizador. Pues las de Mercurio son infinitamente peores. El magnetómetro de la Messenger ha documentado por primera vez una de estas subtormentas en Mercurio.Los aumentos de energía magnética son hasta diez veces mayores que en la Tierra y las subtormentas hasta cincuenta veces más rápidas.Científicos creen que este mar infernal pudo aparecer después de la formación del planeta, hace unos 4.500 millones de años
Mercurio pudo haber albergado un gigantesco océano de magma
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), uno de los centros de investigación más prestigiosos del mundo, creen queMercurio pudo haber albergado un gran océano de magmapoco después de su formación, hace unos 4.500 millones de años. La investigación aparece publicada en la revista Earth and Planetary Science Letters.

La sonda Messenger de la NASA, que orbita el planeta desde marzo de 2011, ha recogido una serie de datos que permitieron identificar dos composiciones diferentes de rocas en la superficie del planeta que parecían formadas por distintos procesos geológicos.

Para responder a esta cuestión, el equipo del MIT recreó dos tipos de rocas en el laboratorio y sometió a cada roca sintética a altas temperaturas y presiones para simular diversos procesos geológicos. A partir de sus experimentos, los científicos llegaron a una conclusión: un solo fenómeno puede explicar las dos composiciones: un vasto océano de magma que creó dos capas diferentes de cristales, solidificados, que finalmente se fundieron en magma y que luego entró en erupción en la superficie de Mercurio.
En el primer millón de años

«Lo que es realmente sorprendente en Mercurio es que esto no sucedió ayer», dice Timothy Grove, profesor de geología en el MIT. «La corteza tiene probablemente más de 4.000 millones de años, por lo que este océano de magma es algo muy antiguo», estima. Según el experto, pudo existir entre el primer millón y los diez millones de años a partir de los procesos violentos que formaron el planeta. A medida que se condensaba la nebulosa solar, los fragmentos chocaban en grandes trozos para formar pequeños y grandes mundos. Ese proceso de colisión y acreción pudo producir energía suficiente como para derretir completamente el planeta, un escenario que podría crear un océano de magma muy temprano.

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