lunes, 20 de mayo de 2013

Las cinco formas en que el "sentido común" te engaña

También podía llamarse "la razón por la que el mundo parece estar lleno de idiotas".
                         Albert Einstein dijo que el sentido común es el conjunto de prejuicios adquiridos hasta la edad de 18 años. También es el resultado de creencias adquiridas, totalmente estúpidas, y de falacias lógicas que, por una u otra razón, se fueron incrustando en el cerebro humano a lo largo de las generaciones. Estos defectos del pensamientos -muchos de los cuales seguramente hayas sufrido hoy mismo- son una de las principales causas de lo que está mal en el mundo.
La falacia del historiador

Cómo nos perjudica
¿Recuerdas esa vez que decidiste saltar del techo haciendo una voltereta en aire para caer en la pequeña piscina de tu hermanito? ¿Te acuerdas que tus amigos decían que iba a ser genial y todo iba a salir bien? ¿Y recuerdas que 3 meses después despertaste en el hospital y todos se reían y te decían que debiste darte cuenta lo que hacías? Felicidades, te acaba de abofetear la falacia del historiador.


El problema es que hay algo en nuestros cerebros que nos impide ponernos en el lugar del otro. Somos como el gordo que se queja de que LeBron James pensó demasiado la jugada en lugar de penetrar. Estamos convencidos de que si estuviésemos en la misma situación haríamos lo correcto. Así, el Titanic no se habría hundido, el mercado de valores no habría colapsado y el precio de la Playstation 3 no sería exorbitante. Cuando vemos el error del otro, nos decimos lo idiotas que deben haber sido. El problema es que, por supuesto, sacudir la cabeza, reírnos y decirles tarados nos impide aprender de sus errores.


Se pone peor...
Para ver esto a gran escala, sólo abre un libro de historia o mira las noticias. Geoege Santayana en 1905 nos advirtío: "los que no puedan recordar el pasado, están condenados a repetirlo" y así, durante más de cien años la gente se la paso ignorándolo. No es tanto que no recordemos el pasado, es que aquí en el futuro, las cosas que hicieron nos parecen estúpidas. La gente no se da cuenta que, bajo las mismas condiciones y circunstancias nosotros también hubiéramos hecho lo mismo. Si hubiésemos sido Sylvester Stallone en 1985, también habríamos hecho la película Halcón O Yo y nos habríamos casado con Brigitte Nielsen.
La Falacia del Nirvana
Cómo nos perjudica
La falacia del nirvana ocurre cuando descartas algo del mundo real porque lo comparas con una alternativa irreal y perfecta, contra la cual todo palidece en comparación. Esto no sería un problema, excepto porque nos impide que realicemos alguna acción. Por ejemplo, demorar en actuar puede pasar por muchas razones -bebiste mucho ayer, o no estás inspirado- pero una de las razones más comunes por las que procrastinamos es que pensamos que lo que hagamos no va a cumplir con la expectativa perfecta que tenemos en la cabeza.

Piensen en ese amigo escritor que todavía no escribió nada porque está "esperando la idea correcta" para comenzar. Por esto, la gente termina viviendo en el sótano de sus padres esperando el trabajo perfecto, la mujer perfecta, la amistad perfecta en vez de decidirse a hacer algo.

Si no estás lleno de ese tipo de "autoduda", no te preocupes, hay muchos idiotas dispuestos a regalarte un poco. Cualquier intento de superación puede resultar en burlas: como algo que no sea perfecto no vale la pena, mejor no hagas nada como ellos. "Así que tomas Coca light con tu combo de McDonalds. ¡Eso sí que va a hacer la diferencia!".


Se pone peor...
Los políticos usan esto para atacar cualquier idea que no les gusta. "Tu plan es ayudar a miles de personas pobres, pero vemos ejemplos de personas que se abusan. Así que, mejor destruimos el sistema por completo."
O algunos sujetos que dicen "No voy a votar a ninguno de esos tipos. No son mejores que Bush. Son todos agentes corruptos del Nuevo Orden Mundial. ¡Me voy a quedar en mi casa hasta que me den un político perfecto, incorruptible e inteligente que crea exactamente lo mismo que yo!".
Apelar a la probabilidad
Sonaría así
"Claro que compré un boleto de lotería. Alguien tiene que ganar y seguro que voy a ser yo".
O también:
"Se reportó otro caso de gripe aviar en China. ¡Si veo un pájaro lo mato antes de que me contagie!".
Cómo nos perjudica
Nuestros cerebros son estúpidos cuando se trata de calcular probabilidades. Como resultado, tenemos esa idea difusa de que si algo puede pasar, probablemente lo hará. Y creemos en eso, mientras que no tenemos idea de lo que "probablemente" significa.

Esta es la razón por la que millones de niños de secundaria piensan que van a ser deportistas profesionales cuando sean grandes, a pesar de que haya puestos de trabajo disponibles sólo para una pequeña fracción de ellos. O cuando una noticia dice que un asteroide podría golpear la Tierra en los próximos 10 millones de años, la gente va a observar el cielo repentinamente, segura de que un asteroide nos golpeará ese mismo día. La apelación a la probabilidad es la falacia detrás de uno de los inquilinos más preciados de sentido común: las leyes de Murphy. Para aquellos de ustedes que no están familiarizados con los póster cómicos de los años 70, una de las leyes de Murphy decía "que si algo malo puede suceder, sucederá". Y si bien esa actitud puede hacerte sentir deprimido e irritable, creer lo contrario puede hacer que tengas que vender un riñón para pagar el alquiler.


Se pone peor...
La apelación a la probabilidad podría ser una de las maneras más ingeniosas con que algunas personas buscan convencer a otras para sacarles su dinero. La industria del juego se basa completamente en ella -bueno, en eso y en montañas de cocaína-. Cada vez que compramos un billete de lotería, apostamos por un caballo o aceptamos un acuerdo financiero con el depuesto presidente de Nigeria, estamos siendo engañados por la apelación a la probabilidad.

Hollywood tampoco nos ayuda mucho. La mayoría de las películas se basan en ese único caso en un millón -porque nadie quiere ver la historia de los "cola de perro" que perdieron el gran partido 49 a 0-. Así que, después de escuchar la misma historia cientos de veces, de alguna manera nos hicimos con la creencia falsa de que el más débil e improbable siempre gana.
La falacia de la regresión
Cómo nos perjudica
Los seres humanos estamos programados para ver patrones. Reconocer vínculos y conexiones entre varios estímulos es una parte importante de cómo las personas navegamos en entornos complejos. Ya en los primeros días de nuestra evolución, nos ayudó a cazar y buscar comida, y hoy nos ayuda a tratar con los demás y hacer un seguimiento de grandes cantidades de información. Sin embargo, algunas fallas en el reconocimiento de patrones producen todo tipo de rarezas, sobre todo en forma de superstición.

Por ejemplo, imagina que estás jugando en las tragamonedas, perdiendo una y otra vez, cuando de repente una persona se echa un pedo al lado tuyo. De repente haces jackpot y quedas convencido de que su colon guarda gases mágicos. Así, te pasas el resto del día siguiéndola por todo el casino, preguntándole continuamente si quiere comer uno de los burritos que "casualmente" tenías de sobra.

Se pone peor...

Un gran ejemplo de la falacia de la regresión es la "yeta" de Sports Illustrated. La supuesta maldición de la revista Sports Illustrated asegura que aquellos atletas que aparezcan en su portada se volverán horribles o tendrán una racha de mala suerte después de figurar en primera plana (hay una creencia similar con la revista Madden Football).

Ignorando que Michael Jordan figuró en la cubierta 49 veces y nunca tuvo una "mala racha", el sentido común se equivoca de nuevo por no advertir que los deportistas aparecen en las portadas de la revistas cuando están en la cúspide de su carrera, por lo que obligatoriamente, van a empezar a declinar y empeorar. Las grandes fluctuaciones son naturales en la carrera de un atleta, así como una caída en su nivel y habilidad.

Es por eso que lo llaman la falacia de la regresión, ya que cualquier tendencia va a regresar, de nuevo, a donde normalmente corresponde. El crimen aumenta en la ciudad, se elige un nuevo alcalde y el crimen disminuye. ¡Increíbe! Este alcalde hace magia. ¿O tal vez es secretamente Batman? En realidad, el aumento del crimen estaba fuera de lo común, por eso el crimen estaba destinado a caer de nuevo a su nivel normal, es decir, a regresar a la media. Sin embargo, el alcalde -y un sinnúmero de otros políticos y gurúes- harán una carrera completa explotando la falacia de la regresión.
Defensa especial
Cómo nos perjudica
La defensa especial es el doble estándar que solemos utilizar cuando permitimos que algo sea una excepción a una regla, sin ninguna razón lógica. En la vida cotidiana, la gente usa la defensa especial para sentirse menos culpables por hacer las cosas malas. Cuando otra persona se come la última rosquilla, creemos que es la peor persona del mundo y merece pudrirse en el infierno. Pero cuando uno lo hace, es porque estaba muy hambriento y ha tenido un mal día.

La defensa especial es la lechuga en ensalada hipocresía de la humanidad.


Se pone peor...
No es necesario que nos señalen ejemplos de hipocresía: desde policías que no le hacen multas de tránsito a otros policías, hasta políticos que hablan de la importancia de la educación pública y al mismo tiempo llevan a sus propios hijos a una de las escuelas privadas más exclusivas.


Lo que es interesante es cómo cada uno se excusa en su propia mente. No vamos a encontrar a alguien que simplemente diga: "¡Las reglas no se aplican a mí porque soy genial!" Gracias a la defensa especial, ocurren elaborados ejercicios mentales dentro de nosotros para eliminar los sentimientos de culpa. Y la cosa es que a veces tienen razón.


Insultaste al jefe porque tuviste un mal día. Tienes malos hábitos por cómo te criaron. Fuiste grosero con tu novia porque estaba tardando mucho. Lo que es extraño es que no permitamos que nadie más tenga esas excusas. La camarera fue grosera, pero no porque estaba teniendo un mal día, sino porque es una hija de p..

Muchas veces, guardamos rencor durante años por acciones de otras personas, que nosotros mismos hemos hecho y nos hemos perdonado una infinidad de veces.

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