lunes, 24 de marzo de 2014

La humanidad animal

La humanidad animal hace una simbiosis con la naturaleza, ninguna autoridad la domina más que la naturaleza misma, sin embargo, el humano civilizado produce lo artificial para sentir poder sobre la naturaleza, que se convierte en poder sobre sí mismo, sobre sus pasiones y emociones, sobre su animalidad, sobre su inconciente y su relación con lo otro. El instinto de socialización es propio de la naturaleza humana animal, el mutualismo inherente en las relaciones simbióticas de la naturaleza hace que el acto del animal humano sea espontáneo y natural, mientras que el acto “artificial” del humano civilizado sea condicionado por el poder y la dominación de su entorno. El poder sobre la naturaleza es un complejo psicológico de superioridad propio del hombre civilizado. En esta civilización nuestra relación con la naturaleza se deteriora cada día más: producimos desechos industriales por toneladas, arrojamos constantemente al aire gases venenosos que destruyen la atmósfera, vivimos en una sociedad de consumo materialista y decadente que degenera el espíritu humano, construimos armas bioquímicas y atómicas para la destrucción masiva, mantenemos el orden industrial capitalista global que asesina a millones por la pobreza en una guerra silenciosa pro-exterminio humano, el espíritu colectivo manipulado y controlado por los medios de comunicación, de la propaganda y del entretenimiento, el monopolio de las corporaciones farmacéuticas impiden que los precios de las medicinas genéricas estén al alcance de los más pobres, científicos sin conciencia juegan con la ingeniería genética para crear enfermedades y pestes negras en sus laboratorios como el Sida, la gripe aviar, el SRAS y usados como armas de guerra y genocidio  esto no es nuevo ya que los ingleses esparcieron la viruela a los indígenas norteamericanos en su afán de colonización y exterminio. Ya existen nuevos mutantes nacidos de la clonación biotecnológica que desequilibra la armonía de la naturaleza, ya existen alimentos transgénicos como los tomates con genes de pescados consumidos por los seres humanos inconscientes de sus efectos secundarios, otros científicos enfermos mentales piensan aislar el gen de la vejez para alcanzar la inmortalidad sin tomar en cuenta que la muerte es tan natural como la vida, que experimentar con la muerte es jugar con la naturaleza y que puede provocar la muerte de todos. La ciencia positiva hiper-racionalista del hombre moderno devino en Hiroshima y Aushwitz, su conquista del planeta entero y del universo que nos rodea está destruyendo la naturaleza,

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